01/02/2013, Danny Byrne, CIT
El capitalismo, un sistema caducado. La alternativa socialista.
En 1938, durante una década de crisis estructural del capitalismo mundial acompañada por procesos revolucionarios en numerosos países, el socialista revolucionario ruso, León Trotski, describió así la situación: "Los capitalistas van deslizándose por un tobogán hacia el desastre con los ojos cerrados". Igual que en muchos otros casos, estas palabras escritas hace décadas nos proporcionan hoy una descripción acertada de la situación a la que el capitalismo se enfrenta actualmente.
Desde el comienzo de la crisis financiera en 2007, el capitalismo global ha dado muchos giros y “encontrado” muchas “soluciones” a una crisis que todavía golpea a la economía, aplastando los derechos y condiciones de vida de la clase trabajadora, la juventud, los desempleados, los pensionistas,… Pero a pesar de todo – de los “rescates” multibillonarios a la banca y de los programas de “ayuda” (es decir, de saqueo) de los países periféricos de Europa – la crisis sigue profundizándose, con una nueva “gran recesión” que se contagia por toda Europa. Este proceso incluye la extensión del epicentro de la crisis a nuevas zonas, con los pocos países importantes que evitaron los peores golpes de la crisis (Brasil, China, etc.) cayendo en un ritmo peligroso de desaceleración, algo que tendrá graves consecuencias para la economía mundial.
Desesperación y división en el capitalismo
Ante esta situación, la clase capitalista esta cada vez más desesperada y dividida entre si. En los EE.UU. vemos por ejemplo como las contradicciones y divisiones en el seno de la propia burguesía (entre los sectores ‘demócrata’ y ‘republicano’) pueden empujar a la economía por el llamado “precipicio fiscal”. En el Estado Español, mientras tanto, vemos como los distintos bloques en la dirección del propio PP se pelean entre ellos a la hora de decidir cómo aplicar su miseria presupuestaria. Aun conociendo las consecuencias desastrosas de sus políticas, el capitalismo, por sus propias contradicciones y su lógica, no es capaz de encontrar un remedio. Esto es evidente en el caso del Euro: aun reconociendo e incluso haciendo cundir el pánico acerca de su inevitable fragmentación, los capitalistas no tienen ninguna solución viable para “salvarlo”.
Nos enfrentamos a una crisis estructural y sistémica, no coyuntural. No hay ninguna esperanza de que el final esté cercano. Incluso los propios capitalistas reconocen ahora que todavía no hemos pasado ni siquiera el ecuador de la crisis y su onda destructiva.
Huelga de capital - un sistema caducado
En esta crisis vemos de forma clarísima no sólo que el capitalismo supone un obstáculo para el desarrollo y el progreso humano, sino que incluso juega un papel regresivo, arrastrándonos décadas atrás. Y esto no únicamente en términos de nivel de vida, derechos, etc., sino también en términos productivos. Esta crisis no es una crisis de ‘sobreproducción’– hoy día hay mucho por hacer, gente que emplear, servicios que proporcionar y mejorar, eso es indiscutible – sino una crisis aún más profunda del mercado capitalista. El problema es que la clase capitalista ya no cumple su “misión histórica” (reinvertir parte de sus ganancias en la economía para aumentar la capacidad productiva). Una de las muestras más claras de la crisis es la “huelga de inversión” del capital. Los súper-ricos y las multinacionales están acumulando ahorros y reservas de efectivo: ¡hasta más de 2 BILLONES solo en la zona Euro y muchos más a nivel mundial! La crisis y la reducción de mercado que ésta supone hace que la clase capitalista (dueña exclusiva de esta riqueza) no vea motivos para invertir su dinero en la producción ya que está no le asegura los grandes beneficios que los capitalistas consideran imprescindibles.
Aquí llegamos a la contradicción principal: el capital no invierte nunca pensando en las necesidades humanas, sino basándose únicamente en la búsqueda de beneficios. Para superar esta contradicción debemos necesariamente expropiar las riquezas de los súper-ricos y ponerlas al servicio de la economía, del empleo y de la construcción de un futuro digno. Esto nunca va a ser posible saqueando el sector público y dedicando miles de millones a rescates bancarios y al pago de la deuda externa generada por ladrones y especuladores. Para conseguirlo, el movimiento obrero tiene que abanderar la lucha de fondo contra las políticas capitalistas y a favor de una alternativa socialista de transformación revolucionaria de la sociedad y la política. Esta lucha se apoya en una única certeza: la necesidad objetiva de invertir masivamente en programas socialmente útiles para crear trabajo y fortalecer servicios públicos, así como para recuperar y fortalecer la economía productiva con el objetivo de empezar a producir cosas útiles, en vez de especulación y avaricia.
La profundidad de esta crisis hace que sea imprescindible abandonar la perspectiva de ‘mejorar’ el capitalismo. Medidas como imponer fuertes impuestos a los más ricos y a las grandes empresas, expropiar a las 200 familias que controlan mas de 50% de la economía española y nacionalizar la banca y las empresas principales para poner la economía bajo el control democrático de la clase trabajadora, podrían dar la vuelta a la situación y ser la base para la construcción de una nueva etapa socialista tanto en el Estado Español como en Europa. La popularización de estas ideas – de un gobierno de los trabajadores y del socialismo como necesidad y objetivo – dentro de la izquierda social, política y sindical es una gran tarea en este momento histórico. A ella nos dedicamos en SR, poniendo todas nuestras fuerzas en la construcción de una alternativa socialista a una crisis del capital que está llevando al abismo a millones de personas.