¿VOLVEREMOS A PAGAR EN PESETAS?


La crisis del capitalismo cava la tumba del Euro

06/01/2012, Danny Byrne, CIT 

Artículo publicado en el boletín periódico de Socialismo Revolucionario. diciembre de 2011.

La crisis mundial del capitalismo ha roto todas las normas establecidas y arruinado las instituciones que parecían firmes hace pocos años. Entre ellas se encuentra la zona Euro y, con ella, el gran proyecto de unificación capitalista europea al completo. En los tiempos del aparentemente interminable ‘boom’ económico, todos los líderes europeos anunciaron el fin de las viejas rivalidades y la formación de una gran familia económica en la UE y la zona Euro. Los marxistas, por el contrario, siempre hemos explicado que el capitalismo como sistema no está basado en la cooperación ni en la solidaridad internacionales, sino en la competición y el conflicto. En los buenos tiempos, los capitalistas pudieron encontrar intereses comunes por encima de las fronteras, pero con la llegada de la crisis se han replegado de nuevo sobre sus propios intereses nacionales.

Al principio del proyecto del Euro, celebrado incluso por gran parte de la izquierda, el Comité por una Internacional de los Trabajadores (el CIT, del que SR forma parte) explicó los límites del mismo y su inviabilidad, debido a este carácter egoísta del sistema capitalista. Ahora muchos observadores, incluso relevantes economistas burgueses, anuncian el fin del Euro como algo inminente, en un escenario de creciente tensión entre los países del viejo continente. Sarkozy, por ejemplo, dijo que Grecia “nunca debería haber sido aceptada como miembro”.

Las potencias celebran acuerdo tras acuerdo, pero al cabo de pocos días se produce un nuevo caos bursátil. Los capitalistas de las grandes potencias no están dispuestos a sufrir pérdidas en sus lucrativas “prestaciones”. Así, no han podido lograr fondos suficientes para el fondo de rescate ampliado que “acordaron” en la ultima cumbre en Octubre. La verdad es que nadie, ni el FMI, ni los EE.UU. Ni China, quiere invertir más en la moneda común. La desconfianza entre los propios capitalistas acerca de la posible salida a esta crisis es absoluta.

La causa inmediata del declive del Euro hunde sus raíces en la crisis de “endeudamiento estatal”. Países enteros han caído en quiebra, para ser “rescatados” por la Troika (FMI, UE y BCE) al precio de recortes brutales: salvaje reducción de salarios, un estado del bienestar derruido y un horizonte generalizado de empobrecimiento. Todo eso para seguir pagando la deuda especulativa y los altísimos tipos de interés dictados, como todo el resto (desde las políticas a seguir hasta la mismísima composición de los gobiernos, como en Italia y Grecia), por los mercados, especuladores y agencias de calificación de crédito. El Euro se convierte así en un arma de los especuladores para mantener el control, un instrumento de chantaje para exigir a los países miembros: “o lo aceptas todo o te echamos”.

Las dificultades que tienen las potencias europeas y los bancos para ponerse de acuerdo constituyen sin duda el primer paso hacia el final del Euro. Pero, ¿estaríamos mejor recuperando de nuevo la peseta? Por supuesto, no deberíamos mantenernos en el Euro al coste de nuestras vidas. Los estudios económicos dicen sin embargo que un país periférico fuera del Euro perdería entre el 40 y el 50% de su PIB en el plazo de un año. Sabemos que los gobiernos capitalistas cargarían estas pérdidas sobre nosotros, la clase trabajadora y los estudiantes.

Esta crisis es muy profunda. Cualquier vía capitalista para salir de ella va a suponer la destrucción de miles de empleos y vidas. Si no rechazamos de raíz el pago de la deuda y acabamos con la dictadura de los mercados, las negras perspectivas de futuro seguirán siendo las mismas.



Solo una lucha internacional, con movilizaciones y huelgas a nivel europeo que tengan como objetivo conquistar una Europa verdaderamente democrática, en la que la propiedad de la riqueza y los pilares de la economía sean hechos públicos y puestos bajo control democrático, podría mostrar un camino alternativo para avanzar como país, continente y mundo.